
REVISTA UNESUM-Ciencias Volumen 7, Número 1, 2023
versitario tiene una gran responsabilidad en
su tratamiento y en hacerles entender a los
futuros profesionales mediante diferentes ac-
ciones la importancia de su uso correcto.
El maestro es considerado un comunicador
por excelencia. En el proceso de enseñan-
za-aprendizaje “…entran en juego prácticas
comunicativas de diversa índole: verbales,
no verbales, audiovisuales, etc. que se in-
terrelacionan para constituir universos de
significación” Charles (1988, citado en Fer-
nández, A. M. et ál, 2002: 38). En corres-
pondencia con lo anterior se deduce que
en diversas investigaciones pedagógicas se
enfatice cada vez más en el carácter interac-
tivo y comunicativo del proceso.
Para Fernández y Alfonso, el carácter pro-
cesal de la comunicación “constituye una
secuencia de acciones que tiene un devenir
dinámico y que, inclusive, no debe circuns-
cribirse al momento de la situación comuni-
cativa” (2017: 143). Se infiere que este pro-
ceso está relacionado con aspectos como:
la motivación, la necesidad de comunicarse;
la percepción de las palabras, la habilidad
para escuchar, para iniciar o finalizar la con-
versación, con los sentimientos de seguri-
dad y confianza del estudiante en sí mismo,
así como los contenidos que se transmiten
en una situación de comunicación interper-
sonal, incluyendo el lenguaje extraverbal.
En tal sentido, es pertinente que esta labor
se convierta en un trabajo direccionado y
sistemático. No obstante, no se debe obviar
que el lenguaje oral es inmediato y está con-
dicionado por la influencia de la sociedad:
la familia, los amigos, la comunidad, los me-
dios de comunicación, por lo que es funda-
mental que los profesores estén dotados de
las herramientas e instrumentos que permi-
tan diagnosticar el estado real de la comu-
nicación oral de sus estudiantes, ya que no
todos arriban a los centros de altos estudios
con los mismos patrones ni destrezas.
La observación como método empírico cons-
tata que generalmente son los profesores los
que más hablan durante la clase y los estu-
diantes realizan breves intervenciones para,
en muchas ocasiones, obtener una califica-
ción. Otro elemento importante observado
es que se le otorga al profesor de lengua y
literatura, y no a todo el colectivo pedagógi-
co, la responsabilidad de que los estudian-
tes venzan los objetivos y desarrollen habi-
lidades en el uso de la lengua materna, y el
trabajo mayormente de todos se dirige hacia
la comunicación escrita, concretamente a la
ortografía.
En cuanto a los estudiantes, las limitaciones
en su comunicación oral se manifiestan en la
falta de dominio del contenido que exponen,
en la incorrecta pronunciación, la pobreza
del vocabulario, en el poco uso de la escu-
cha, en el insuficiente conocimiento y em-
pleo de sinónimos y/o antónimos y de otros
recursos que les sirvan para embellecer el
lenguaje y denotar lo que se dice.
Estas dificultades revelan las carencias en el
diseño y aplicación de estrategias que privi-
legien esta habilidad. Es válido significar que
el profesor, en sus clases, debe estar prepa-
rado: proponerse que el estudiante hable e
intercambie más, que cuente sus experien-
cias, narre determinados hechos, reflexione
acerca de sus inquietudes y aspiraciones
(Guzmán et al., 2022). Deberá estimular y no
censurar, crear un ambiente empático que
promueva el intercambio. Pudiera exaltar la
claridad, la sencillez y la naturalidad de las
exposiciones.
Valiosos investigadores coinciden en la ne-
cesidad de encontrar procederes para fa-
vorecer la adecuada interacción en el aula.
Ojalvo apunta que “en la actualidad, ya no
se trata de ocupar un lugar protagónico en
el proceso, imponiendo conocimientos, hábi-
tos y valores, a partir de posiciones autorita-
rias; sino de que el docente, especialmente
el universitario, sea un profesional altamente
calificado, tanto en su ciencia como en su
formación psico-pedagógica y en su condi-
ción humana, con vistas al logro de su obje-
tivo central: guiar, estimular el autodesarrollo
de sus educandos, su autodeterminación
Abreu Álvarez, Y. C., Nochea Vilella, L., & Rodríguez Rodríguez, D. C.