Durante la tercera edad, el hombre debe poseer un modo de vida óptimo pues; para lograr cuyo
propósito de manera positiva y constructiva “el anciano debe mantener una actividad física
sistemática, al tiempo que interactúa con otras personas de su edad, que le brindan apoyo social;
todo lo cual unido a un sentido de su vida emocional le permita un mejoramiento adecuado”
(Martín, 2018).
La aplicación de actividades lúdicas favorece el proceso de socialización entre varios seres
cumpliendo estos la función de integración y rehabilitación donde lo principal de este tipo de
terapia se enfoca hacia al estudio de individuos los cuales se encuentran pasando por esta fase de
madurez; desarrollen habilidades tanto físicas como perceptivas; obteniendo facultades
beneficiosas para la salud y a su vez evitando enfermedades graves como osteoporosis,
cardiovasculares entre otras.
De esta forma se explica que lo esencial de este tratamiento es desarrollar técnicas sociales para
poder relacionarse con un entorno que se torna a veces desconocido. En muchos casos emocionales,
puesto que se transmiten sensaciones y sentimientos mientras se realiza la práctica; posibilitando
una atención eficiente y específica en ellas, estimulando la creatividad y refuerzo hacia la memoria,
llegando a una sensación de bienestar psicofísico profundo debido que, en algunas edades, la mente
no funciona como siempre lo ha hecho o como se supone que debe hacerlo.
“El juego constituye una necesidad de gran relevancia integral, puesto que a través de él se
adquieren conocimientos, habilidades y sobre todo, le brinda la oportunidad de conocerse así
mismo, a los demás y al mundo que los rodea” (Posligua, 2017); es decir que la estabilidad afectiva
con la que llegan las personas a la vejez tampoco es igual en todos los individuos sino que va a
depender de las relaciones interpersonales que han mantenido y de la propia sensación de haber
disfrutado de la vida.
A parte de fijar la construcción de lazos afectivos de forma satisfactoria y saludable; el juego
posibilita la relajación por lo que ahuyenta el estrés, la depresión, la ansiedad y todo tipo de
emociones negativas.; es aquí donde “el sujeto descubre la capacidad de transformar la realidad
por medio de juegos creadores, empleo de símbolos y representaciones” (Stefani, 2014).
“El paradigma de la actividad para el logro de un envejecimiento activo y “bueno”, no solo puede
apuntar a disminuir el cargo social de adultos mayores enfermos o discapacitados; también apunta
al sentido subjetivo del mismo” (Muñoz, 2013) . De acuerdo a lo mencionado la parte socio afectiva
del desarrollo integral de los seres humanos; desde la mirada del enfoque cognitivo y sistémico,
supone el fortalecimiento de una serie de competencias necesarias para su crecimiento personal y
social, las cuales se relacionan con la identificación y control de las propias emociones, el
reconocimiento de los aspectos más relevantes del comportamiento humano.
La parte socio-afectiva es un aspecto importante desde una etapa temprana; la interconexión que
se crea entre dos personas o más llegan a generar un impacto positivo o negativo en la persona,
según sea el caso. Mediante las actividades lúdicas en adultos mayores se busca rehabilitar esas
destrezas motrices del sistema sensorial; así como la estimulación cognitiva de la memoria la cual
Favorecerá el encuentro intergeneracional para compartir experiencias y recuerdos, como lograr el
apoyo y facilitar la relación con la familia.
Los beneficios de estas rutinas lúdicas mantendrán su mente ocupada, haciéndolos sentirse parte
de un grupo, estimulando comunicación, aprendizaje y memorización de tareas nuevas u olvidadas
alcanzando autoconfianza en sí mismos demostrando como resultados nuevos conceptos. Muchos
terapeutas ven a la lúdica como una estrategia de estimulación determinante para fomentar valores,
reforzar conocimientos a nivel psíquico, físico y motor mediante la asociación de ideas
facilitándole de esta forma la adquisición de capacidades que fortalezcan su proceso de
maduración.