que persiga. Se enfrenta ante una situación de estar en una continua toma de decisiones y de estar
omnipresente en varias actividades cotidianas de distinto orden. (Martínez, 2017).
En la actualidad Internet no es un canal de comunicación que se deba subestimar y cada vez más
empresas lo utilizan como parte integrante de su estrategia de marketing y publicidad. El ahorro de
costes, una mayor audiencia y un mayor grado de interactividad con el cliente/visitante son sólo
algunos de los aspectos que elevan a Internet en la actualidad. (Durango, 2015).
Estas nuevas reformas han contribuido de manera especial con “alternativas tecnológicas que han
demandado positivamente el comercio a gran escala. A nivel mundial el comercio electrónico ha
influido en la venta de bienes a través de países, demostrando gran capacidad de comercialización
mejoramiento de la economía.” (Rodríguez, 2012).
En una investigación desarrollada por, (Andrade, 2014), en la Universidad de San Andrés, se
planteó un análisis sobre el comportamiento del comercio electrónico en la ciudad de Guayaquil,
con el objetivo de crear una comparación del uso de e-commerce desde la llegada del internet. La
problemática demostró que “al cierre del 2013, el 9% de las transacciones de compras de los
clientes fueron realizadas en internet, el 56% de la población realizaron negociaciones en línea”.
Este análisis permitió conocer el índice de beneficios electrónicos que desde entonces se propagó
entre las empresas para mejorar las ventas de sus productos e incluirlos en un mercado potencial
local, nacional e internacional. La comparación dio un resultado positivo superó las cifras
estimadas de utilización del comercio electrónico entre la población de la ciudad de Guayaquil.
La inclusión de las plataformas e-commerce en el plano empresarial ha demostrado grandes
ventajas tanto para el productor como para el consumidor, el estudio realizado por Cabrera permitió
conocer que el comercio electrónico brinda mejores beneficios en productos, calidad de servicios
y mejoras en las ganancias económicas, disminución de costo y tiempo en la realización de compras
y venta.
En tal sentido, cabe destacar que la competitividad se refiere a la capacidad de las unidades
productivas-empresa, sectores, regiones o naciones para hacer frente a sus competidores en los
mercados nacionales e internacionales.
Sin embargo, se debe señalar que el núcleo de la competitividad se inicia en la empresa, la cual
dirige sus objetivos hacia la generación de riqueza en términos de beneficios, reducción de costos,
la innovación y la diferenciación. Al ser competitiva la empresa, esta influye en el sector industrial
al cual pertenece, no obstante, para que un sector empresarial o industrial sea competitivo tiene que
poseer ciertas condiciones que potencien sus capacidades y permitan su permanencia en el largo
plazo. (Saiz, 2016).
Según expresa (Castellanos, 2013), los sectores empresariales están constituidos por un conjunto
de empresas y la competitividad del mismo se mide por la capacidad que tiene para colocar
exitosamente sus productos en el mercado internacional en condiciones de libre competencia. Los
sectores pueden considerarse de forma amplia, incluyendo organizaciones educativas, de
investigación y de servicios vinculados a las empresas.
Por otra parte, desde la perspectiva del concepto de competitividad sistémica, la cual se caracteriza
y distingue por reconocer que para alcanzar un desarrollo industrial exitoso se requiere no solo una
función de producción en el nivel micro, o de condiciones económicas estables en el nivel macro,
sino también por la existencia de medidas del gobierno y organizaciones privadas de desarrollo